Hoteles en Benicasim

Playa Torre San Vicente

En pleno corazón de Benicasim, se extiende un arenal con identidad propia, donde el mar y la historia se entrelazan con naturalidad. La Playa Torre San Vicente es un espacio que seduce por su amplitud, por la tranquilidad de sus aguas y por la silueta imponente de la torre vigía que le da nombre, una construcción del siglo XVI que ha contemplado siglos de historia junto al Mediterráneo.

A lo largo del día, la Playa Torre San Vicente ofrece mil formas de disfrutarla: desde un baño relajado al sol hasta un paseo al atardecer, cuando la luz del cielo transforma el paisaje.

Es una playa con servicios bien integrados, accesible, cómoda y con un ambiente familiar que la convierte en una opción ideal para todo tipo de públicos.

La Playa Torre San Vicente también es un punto de encuentro para quienes buscan algo más que sol y arena. Su cercanía al casco urbano, su conexión con el paseo marítimo y su entorno cuidado hacen que sea uno de los rincones más valorados de la costa benicense.

Un lugar que invita a detenerse, a mirar el mar desde otro ángulo y a dejarse llevar por la brisa, entre historia y horizonte azul.

Museo Bodegas Carmelitano

En el interior de Benicasim se esconde un rincón cargado de historia, donde los sentidos despiertan entre barricas, alambiques y aromas antiguos. El Museo Bodegas Carmelitano no solo conserva la memoria de una de las firmas más emblemáticas de la zona, sino que ofrece una inmersión auténtica en la tradición licorera de la comarca.

Fundado a principios del siglo XX, el Museo Bodegas Carmelitano alberga salas donde se conservan utensilios originales, antiguas recetas y piezas que cuentan cómo se elaboraban los licores con el saber transmitido de generación en generación.

Cada rincón del museo evoca tiempos en los que el proceso artesanal formaba parte del día a día local.

Lo especial del Museo Bodegas Carmelitano es su capacidad para conectar el pasado con el presente. Además de su contenido expositivo, el entorno invita a disfrutar con calma, a observar los detalles arquitectónicos y a entender la relación profunda entre Benicasim y su herencia cultural.

Un espacio con carácter propio, donde la tradición se respira en cada rincón y el tiempo parece detenerse entre historias embotelladas. Ideal para quienes disfrutan descubriendo lo auténtico más allá de la superficie.

Aquarama

Hay lugares que son sinónimo de verano, risas y adrenalina. En Benicasim, uno de ellos es sin duda Aquarama, un parque acuático que despierta la emoción de pequeños y mayores con sus toboganes imposibles, piscinas refrescantes y zonas de descanso bajo las palmeras.

Lo que hace especial a Aquarama no es solo su tamaño ni la variedad de atracciones, sino el ambiente que se respira desde que entras. Todo está pensado para que cada persona encuentre su ritmo: desde quienes buscan emoción en caídas vertiginosas, hasta quienes prefieren flotar tranquilos en un río lento bajo el cielo azul.

Además de su oferta acuática, Aquarama cuenta con amplias zonas verdes, áreas para comer al aire libre y rincones donde relajarse entre chapuzón y chapuzón. Su ubicación, muy cerca del núcleo urbano y de las playas, lo convierte en una opción cómoda para quienes quieren pasar un día diferente, lleno de energía y buen rollo.

Un lugar que consigue hacer del agua el mejor escenario para crear recuerdos inolvidables. Porque cuando el calor aprieta, no hay nada como dejarse llevar entre olas, curvas y carcajadas.

Vía Verde del Mar

Entre Benicasim y Oropesa del Mar se extiende uno de los senderos más espectaculares de la costa mediterránea. La Vía Verde del Mar Benicasim - Oropesa recorre un antiguo trazado ferroviario, hoy transformado en un camino peatonal que invita a disfrutar del entorno natural con calma y sin prisas.

El recorrido, de poco más de cinco kilómetros, atraviesa túneles, acantilados y rincones con miradores donde detenerse a contemplar el azul infinito del mar.

La Vía Verde del Mar Benicasim - Oropesa es perfecta tanto para quienes buscan hacer deporte como para quienes desean una experiencia tranquila al aire libre, rodeados de naturaleza.

Durante el trayecto, el contraste entre el verde de los pinares y el brillo del Mediterráneo crea una atmósfera serena y revitalizante.

Con cada paso, se descubren nuevas perspectivas del paisaje, haciendo de esta senda costera un lugar al que siempre apetece volver.

La Vía Verde del Mar Benicasim - Oropesa no es solo un camino: es un puente entre mar y montaña, entre calma y movimiento. Ideal para dejar atrás el ruido y dejarse llevar por el sonido del mar y el frescor de la brisa.

Parque Natural del Desierto de las Palmas

El Parque Natural del Desierto de las Palmas, en la provincia de Castellón, es un espacio natural de gran valor ecológico y paisajístico en la Costa de Azahar. Con una extensión de más de 3.200 hectáreas, este parque es un refugio de biodiversidad y un destino perfecto para los amantes del senderismo y la naturaleza.

A pesar de su nombre, el Desierto de las Palmas no es un desierto árido, sino un área montañosa con una vegetación rica en palmitos, alcornoques y pinares. Su nombre proviene de la orden religiosa de los Carmelitas Descalzos, quienes se establecieron en la zona en el siglo XVII buscando un lugar de retiro y espiritualidad.

Dentro del parque, se pueden visitar los restos del Monasterio del Desierto de las Palmas, que ofrece una visión del pasado religioso de la región.

Uno de los mayores atractivos del Parque Natural del Desierto de las Palmas es su red de rutas de senderismo, con caminos que llevan a miradores espectaculares como el del Penyagolosa o el Bartolo, el punto más alto del parque con 729 metros de altitud. Desde estos lugares, se obtienen vistas impresionantes de la costa mediterránea y del interior de Castellón.

Playa Heliópolis

La Playa Heliópolis o Platja d'Heliòpolis se encuentra ubicada en Benicàssim, es la que más longitud tiene ya que abarca desde la zona conocida como la curva (más cercana a Castellón) hasta la zona turística conocida como Eurosol.

A lo largo de toda la playa se encuentra el paseo marítimo que une Castellón con Benicàssim, el cual dispone de un carril bici por el que mientras paseas puedes disfrutar de las vistas de la playa. Esta playa suele estar bastante concurrida, pero su gran extensión hace que no haya masificaciones, además de contar con varios aparcamientos previamente señalizados, de forma que el acceso a la misma sea fácil.

En la Playa Heliópolis encontramos arena dorada fina, duchas, lavapiés, servicios, zonas con alquiler de sombrillas, hamacas, patines, tablas de surf. También dispone de una zona de embarcadero, bares, restaurantes, pero lo más característico es la cercanía a la Biblioteca del Mar, en la que los visitantes podrán completar su día de playa con un rato de lectura. Junto a la biblioteca se encuentra una zona de juegos para los más pequeños. Todos estos servicios y la calidad de la playa han hecho que reciba los distintivos de Bandera Azul y la ISO 14001.

Iglesia de Santo Tomás

En el corazón del casco antiguo, la Iglesia de Santo Tomás se alza como uno de los edificios más representativos de Benicasim.

Su silueta sobria y elegante marca el paisaje urbano y recuerda el pasado histórico de este municipio costero, donde lo espiritual y lo cotidiano siempre han ido de la mano.

La Iglesia de Santo Tomás destaca por su fachada clásica y equilibrada, su campanario visible desde diferentes puntos del centro, y un interior que respira calma. Bancos de madera, luz suave filtrada por los ventanales y detalles arquitectónicos que invitan a detenerse unos minutos, a contemplar en silencio.

A lo largo del año, este templo se convierte en escenario de celebraciones religiosas y actos que reúnen a vecinos y visitantes, consolidando su papel como núcleo de vida social y espiritual.

La Iglesia de Santo Tomás no solo representa una joya del patrimonio local, sino también un lugar cargado de significado para quienes pasean por sus alrededores.

Un rincón donde la historia se hace presente en cada piedra, y donde el tiempo parece detenerse para dejar espacio a la contemplación y la memoria.

Casco antiguo Oropesa del Mar

Pasea por el casco antiguo de Oropesa del Mar, un encantador laberinto de calles estrechas y empedradas que te transportará al pasado. Este barrio histórico está lleno de edificios antiguos, iglesias y plazas pintorescas, cada uno con su propia historia y carácter. Visita la Iglesia de San Jaime, un templo gótico del siglo XIII que te sorprenderá con su arquitectura y su atmósfera solemne.

No te pierdas el Castillo de Oropesa, una fortaleza medieval desde la cual podrás disfrutar de vistas panorámicas impresionantes de la ciudad y el mar. Explora las pequeñas tiendas de artesanía que ofrecen productos únicos y los bares tradicionales donde podrás degustar tapas y vinos locales. El casco antiguo es también el escenario de numerosos eventos y festivales a lo largo del año, que llenan sus calles de música, danza y alegría, creando un ambiente festivo y vibrante.

Asegúrate de visitar el mercadillo semanal, donde podrás encontrar productos artesanales y recuerdos únicos que capturan la esencia de la región. El casco antiguo de Oropesa del Mar es un lugar perfecto para sumergirte en la cultura y la historia de la región, disfrutando de su ambiente acogedor y vibrante.

Cada rincón de este barrio te invita a descubrir más sobre la rica herencia cultural de esta encantadora localidad costera, convirtiéndolo en una experiencia inolvidable para todos los visitantes.

El Fadrí

El Fadrí, en Castellón de la Plana, es uno de los monumentos más representativos de la ciudad y un símbolo de su historia. Esta torre campanario de planta octogonal se encuentra en la Plaza Mayor, junto a la Concatedral de Santa María, el Ayuntamiento y el Mercado Central, formando el corazón histórico de Castellón.

Construido entre los siglos XV y XVI, el Fadrí se caracteriza por su estructura exenta, es decir, separada de la iglesia, algo poco común en las catedrales españolas. Su altura de 58 metros lo convierte en un punto de referencia en el perfil urbano de Castellón.

La torre está dividida en varias plantas, cada una con una función específica: la sala del reloj, la prisión eclesiástica y la estancia de los campaneros, quienes durante siglos subían a hacer sonar las campanas.

Desde su mirador superior, se pueden disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad y sus alrededores, incluyendo el mar Mediterráneo en días despejados.

A lo largo del año, el Fadrí es protagonista de diversas celebraciones locales y sigue siendo un símbolo de identidad para los castellonenses.