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Vitoria es una ciudad pequeña y muy monumental. Aunque a veces puede pasar desapercibida debido a la grandiosidad de sus vecinas San Sebastián y Bilbao, en Vitoria podrás ver lugares maravillosos que harán de tu escapada un recuerdo inolvidable.
Ver másHay lugares que guardan la esencia del tiempo en cada piedra. El Casco Medieval de Vitoria es uno de esos espacios que transportan al visitante a otra época, con su trazado en forma de almendra y sus calles empedradas llenas de vida, leyendas y patrimonio.
Recorrer este núcleo histórico es dejarse sorprender por iglesias góticas, murallas restauradas, torres defensivas y casas nobles que aún conservan sus escudos.
La ruta se transforma en un viaje visual a través de los siglos, con rincones tan emblemáticos como la Plaza de la Burullería, la torre de Doña Otxanda o la muralla medieval, que ha sido recuperada como parte viva del paisaje urbano. El Casco Medieval de Vitoria también respira cultura y creatividad.
Talleres de artesanía, librerías, espacios expositivos y bares tradicionales se mezclan en armonía con la arquitectura histórica, generando un ambiente cálido y auténtico.
Visitar el Casco Medieval de Vitoria es mucho más que un recorrido por edificios antiguos: es una experiencia envolvente, donde cada calle tiene una historia, y cada esquina invita a detenerse y observar. Un imprescindible para quienes desean descubrir la Vitoria más genuina, íntima y fascinante.
Basta con alzar la vista al llegar a la colina para sentir la fuerza de una construcción que ha desafiado el tiempo. La Catedral de Santa María, en lo más alto del Casco Medieval de Vitoria, no solo domina la ciudad desde su atalaya, sino que ofrece una de las visitas más intensas y reveladoras del patrimonio vasco.
Este templo gótico, con siglos de historia y restauraciones en curso, permite adentrarse en sus entrañas: desde la cripta hasta las cubiertas. Cada nivel muestra capas de pasado, elementos constructivos singulares y vistas privilegiadas que justifican cada paso. Subir por sus andamios, habilitados para el visitante, es una experiencia distinta, cercana y fascinante.
La Catedral de Santa María no se limita a ser un edificio religioso: es un testimonio arquitectónico vivo, que ha inspirado novelas, estudios y reflexiones. Recorrer sus pasillos es caminar por la historia de Vitoria con una mirada nueva.
Visitar la Catedral de Santa María es contemplar cómo la piedra se convierte en relato, cómo el arte se une con la ingeniería y cómo el presente convive con un pasado que aún respira en cada bóveda y cada muro.
Desde lo alto, la ciudad parece distinta. Las calles se ordenan, los tejados dibujan un mapa antiguo y el horizonte se extiende con serenidad. La Torre Campanario de San Vicente ofrece esa perspectiva única, como si desde su altura se pudiera comprender mejor la historia y el alma de Vitoria.
Esta torre, parte del conjunto de la iglesia de San Vicente Mártir, se alza con elegancia en uno de los puntos más característicos del Casco Medieval.
Acceder a su cima supone una pequeña ascensión recompensada con una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad. Campanas centenarias, muros de piedra y el silencio del lugar crean una atmósfera íntima e inolvidable.
La Torre Campanario de San Vicente es también un lugar perfecto para la fotografía, la contemplación o simplemente para detenerse y respirar en medio del recorrido urbano.
Su presencia discreta contrasta con el impacto que genera al subir y mirar desde lo alto. Visitar la Torre Campanario de San Vicente es abrir una ventana privilegiada al pasado y al presente de la ciudad, un lugar donde mirar también significa entender.
No todas las plazas tienen una leyenda ligada a su nombre. La Plaza del Machete es una de esas excepciones: un lugar que guarda en su suelo y en sus muros el eco de un pasado cargado de simbolismo.
Situada en el corazón del casco antiguo, combina tradición, arquitectura y relatos que despiertan la curiosidad de quien la visita.
Este rincón irregular, flanqueado por soportales y edificios nobles, fue testigo de promesas solemnes, juramentos de alcaldes y episodios que definieron el carácter de la ciudad. Pasear por aquí es caminar sobre siglos de historia viva, mientras la piedra, el hierro y la madera conservan su aspecto auténtico.
Además de su carga histórica, la Plaza del Machete es hoy un punto de encuentro tranquilo, donde se mezclan vecinos, turistas y paseantes. El ambiente que la rodea conserva un aire especial, perfecto para detenerse unos minutos y sentir el alma de Vitoria desde su núcleo más simbólico.
Visitar la Plaza del Machete es detenerse en uno de los rincones con más identidad de la ciudad, donde cada detalle nos habla sin necesidad de palabras.
A pocos pasos del centro histórico, aparece un rincón donde el ritmo se desacelera y el entorno invita a disfrutar de la calma. El Parque de la Florida es uno de los espacios más emblemáticos de Vitoria, un jardín romántico que ofrece una experiencia serena entre caminos arbolados, estanques y esculturas que se funden con la naturaleza.
Diseñado en el siglo XIX con inspiración francesa, este parque sorprende por su elegancia y equilibrio. Pasear por sus senderos curvos es encontrarse con puentes de madera, un quiosco musical, fuentes ornamentales y rincones pensados para detenerse a leer, conversar o simplemente observar el entorno. La variedad de especies vegetales y el cambio estacional del paisaje lo convierten en un lugar diferente en cada visita.
El Parque de la Florida también alberga actividades culturales y cuenta con espacios adaptados para el disfrute de todas las edades. Su entorno cuidado, sus sombras frescas en verano y su silencio amable lo convierten en un pulmón verde que late junto a la ciudad.
Visitar el Parque de la Florida es descubrir otra forma de conocer Vitoria: a través del sosiego, el arte paisajístico y el respeto por la belleza natural en plena vida urbana.
Hay espacios que definen el alma de una ciudad, y en Vitoria ese lugar es la Plaza de la Virgen Blanca.
Situada en el corazón del casco antiguo, es el punto donde se cruzan historias, tradiciones y el pulso cotidiano de la vida urbana. Este espacio abierto, rodeado por casas con fachadas acristaladas y soportales elegantes, ha sido durante siglos el lugar de reunión por excelencia.
Desde aquí se vive la ciudad con intensidad: es escenario de celebraciones populares, como las fiestas de La Blanca, y también de paseos tranquilos a cualquier hora del día. Su famosa escultura conmemorativa y su cuidado parterre floral le dan un carácter inconfundible.
La Plaza de la Virgen Blanca no solo es un icono visual; es un lugar lleno de movimiento, donde se mezclan el pasado y el presente con naturalidad. Cafeterías, bancos, músicos callejeros y el ir y venir de los vecinos le aportan una energía acogedora y cercana.
Visitar la Plaza de la Virgen Blanca es detenerse en el centro emocional de Vitoria, un rincón que invita a observar, a participar y a sentirse parte de una ciudad que conserva su esencia en cada rincón.
En el margen norte de Vitoria, escondido tras los muros de un antiguo convento, surge un espacio cargado de biodiversidad y tranquilidad. El Jardín Botánico de Santa Catalina sorprende por su fusión de historia y ciencia, donde cientos de especies vegetales conviven en armonía, ofreciendo un recorrido visual y olfativo único. Este jardín es un recorrido pensado para aprender y disfrutar.
El Jardín Botánico de Santa Catalina reúne plantas autóctonas y exóticas, organizadas en parterres temáticos que recrean hábitats diversos. Desde la zona de plantas medicinales hasta los rincones dedicados a especies aromáticas, cada paso despierta curiosidad y asombro.
Los surtidores y caminos empedrados crean espacios de contemplación ideales para pasear con calma.
Además, el Jardín Botánico de Santa Catalina cuenta con invernaderos históricos y áreas de investigación, lo que lo convierte en un punto de referencia para conservacionistas y amantes de la botánica. Su entorno pacífico lo hace perfecto para visitas en familia, para leer o simplemente respirar naturaleza dentro de la ciudad.
Visitar este espacio es descubrir una Vitoria verde y cultivada, un refugio donde aprender y relajarse en un entorno cuidado y lleno de vida.
Elevado en un cerro boscoso a pocos kilómetros de Vitoria, se encuentra un lugar de peregrinación y belleza serena. El Santuario de Nuestra Señora de Estíbaliz se alza entre robles y encinas, envuelto en un ambiente de recogimiento y naturaleza, ofreciendo al visitante una experiencia íntima y espiritual.
La arquitectura del Santuario de Nuestra Señora de Estíbaliz combina elementos románicos y barrocos. En su interior destaca la imagen venerada que ha sido objeto de devoción popular durante siglos, mientras que el edificio abraza el entorno con armoniosas proporciones y materiales locales. Caminos empedrados conducen hasta el santuario, permitiendo disfrutar del paisaje y de la magia del lugar desde distintos ángulos.
Además de su valor religioso, el Santuario de Nuestra Señora de Estíbaliz ofrece miradores naturales con vistas al valle de Asúa y a campos cultivados, ideales para disfrutar del amanecer o del silente ocaso. El entorno invita a la contemplación, al paseo pausado y a conectar con la espiritualidad del lugar.
Visitar este santuario es adentrarse en un rincón de Alava donde el patrimonio, la fe y el paisaje se entrelazan para ofrecer una experiencia enriquecedora y serena.
Allí, entre hayas y robles, surge un torrente que desciende hasta besar las rocas centenarias: la Cascada de Gujuli es un espectáculo natural que asombra por su fuerza y elegancia. Rodeada de un entorno verde y frondoso, esta caída de agua de más de 100 metros ofrece una experiencia sensorial única, donde el murmullo ensordecedor se mezcla con el aroma del bosque.
El acceso hasta la Cascada de Gujuli es un paseo agradable por senderos bien marcados que cruzan el valle. A medida que te acercas, el estruendo del agua se va intensificando, y al llegar a su base, la caída vertical se revela en todo su esplendor. El salpicar del agua y la niebla fina que se levanta crean un ambiente casi místico, maravilloso para quien disfruta de la naturaleza en estado puro.
La Cascada de Gujuli tiene miradores habilitados desde los que se puede contemplar su perfil y su entorno verde. Cada uno permite una perspectiva distinta: más cercana, más elevada, o desde un lado suspendido.
El momento ideal para visitarla es en primavera, cuando el deshielo alimenta su caudal, pero en otoño el colorido del bosque añade dramatismo al paisaje. Visitar este rincón es sumergirse en un paisaje que combina fuerza, belleza y grandiosidad.
Entre la parte elevada del casco antiguo y la zona baja de la ciudad se extiende una estructura que destaca por su armonía y funcionalidad. Los Arquillos permiten salvar el desnivel del terreno con una solución arquitectónica que, además de práctica, aporta carácter al paisaje urbano de Vitoria.
Este conjunto de arcos, balcones y soportales conecta el pasado con el presente. Caminando bajo sus bóvedas se puede apreciar cómo la arquitectura se adapta al entorno sin romper con su belleza.
A un lado, el bullicio de la Plaza Nueva; al otro, las callejuelas empedradas que suben hacia el Casco Medieval. Todo unido por la elegancia tranquila de los Arquillos.
Además de su valor estructural, los Arquillos ofrecen al visitante una experiencia visual única. La simetría de sus líneas, la sombra que proyectan en los días soleados y la vida que fluye bajo ellos convierten este rincón en uno de los espacios más singulares de Vitoria.
Visitar este lugar es detenerse a mirar con atención, caminar despacio y descubrir cómo un elemento arquitectónico puede transformar el modo de recorrer y entender una ciudad.
Una ciudad muy bonita. Tranquila y con mucho espacio para pasear y disfrutar de la ciudad haciendo deporte.
Me ha encantado Vitoria. No la conocía y ha sido una absoluta sorpresa. Volveré sin duda
Ciudad muy acogedora,se visita todo el centro y casco antiguo en poco tiempo . La gente muy amable y comida excelente, sobretodo lis pinchos.
Esta muy bien mucho ocio alrededor recomendable para pasar un día y verlo el tardeo esta muy bien las tapas deliciosas
Muy bonita y limpia. Animada y con bares para todos los gustos. Nosotros estuvimos por los del casco viejo.
Precioso centro histórico ,muy fácil para moverse en tranvía ,bus o andando ,mucha oferta gastronómica de todo tipo de precios
Vale la pena visitarla, en la provincia también hay muchas otras poblaciones que merecen un recorrido por su historia.
Vitoria ya la conocía, he venido más veces. Es una ciudad encantadora con mucho espacio verde, un casco antiguo inmenso y muy limpia.
Impresionante ciudad! me sorprendió su centro histórico. Una gran plaza rodeada de callejuelas llenas de tabernitas y bares con los típicos pinchos del norte. Recomiendo la visita a la catedral, se puede subir a las torres y ver toda la ciudad desde allí.
Aquí encontrarás comentarios reales de clientes sobre los hoteles donde se han alojado en sus viajes ¡inspírate!
Atención al cliente y limpieza
Ruido de la calle, se oye mucho desde la habitación
La situación del hotel. Relación calidad precio muy buena.
Nada
NADA , NO LO RECOMIENDO A NADIE
PROBLEMAS CON EL REGISTRO, RUIDOS DEL FRIGORÍFICO. MOLESTIAS LUZ DETECTOR DE FUEGO Y EN COCINA. POCO ESPACIO EN HABITACIÓN . RUIDOS EXTERNOS . NADA POSITIVO. NO VOLVEREMOS
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Vitoria es pequeño y no da para más de un día completo. Si decides ir, mejor acompañarlo de la visita a otras ciudades cercanas, tipo Bilbao.