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Catedral de San Martiño

Hay edificios que se convierten en referencia nada más llegar a la ciudad, y este es uno de ellos. La Catedral de San Martiño se alza sobre el casco histórico de Ourense con su inconfundible piedra dorada, mezclando influencias románicas y góticas en una silueta que invita a acercarse con calma.

Al cruzar sus puertas, te reciben naves solemnes, capillas llenas de detalles y una luz tenue que resalta columnas, bóvedas y retablos con siglos de historia.

Uno de sus grandes tesoros es el Pórtico del Paraíso, con esculturas que conservan restos de policromía y recuerdan la tradición de los grandes conjuntos medievales.

Pero más allá de la monumentalidad, aquí se siente la vida cotidiana de la ciudad: peregrinos del Camino de Santiago, viajeros curiosos y vecinos que entran a buscar un momento de silencio, de contemplación o de simple admiración. I

ncluir la Catedral de San Martiño en tu ruta es imprescindible si quieres entender el carácter espiritual y patrimonial de Ourense, su evolución histórica y su vínculo con el río y los caminos.

Cuando salgas de la Catedral de San Martiño y regreses a las plazas y calles del casco antiguo, sentirás que has formado parte, por un instante, de la historia viva de la ciudad.

As Burgas

En pleno corazón de Ourense emerge un lugar donde el agua marca el carácter de la ciudad desde hace siglos. Las antiguas fuentes termales, con su vapor suave y el aroma mineral, recuerdan el pasado romano y la tradición balnearia que aún hoy sigue viva. El conjunto de As Burgas combina jardines, elementos arqueológicos, miradores y espacios abiertos que invitan a detenerse un momento, hacer fotos y disfrutar de un ambiente distinto al de cualquier otra plaza histórica.

En As Burgas podrás contemplar cómo el agua brota a alta temperatura, conocer su historia a través de paneles informativos y entender por qué este rincón es un símbolo identitario para los ourensanos.

Muy cerca encontrarás calles comerciales, terrazas y algunos de los principales puntos de interés del casco antiguo, lo que convierte este espacio en una parada cómoda y muy accesible dentro de cualquier ruta urbana.

Acércate a As Burgas sin prisas, siente la fuerza del agua naciendo de las entrañas de la tierra y llévate el recuerdo de uno de los lugares más auténticos y singulares de Ourense, donde tradición, paisaje urbano y bienestar se encuentran de forma natural.

Ponte Vella

Entre el rumor del Miño y la piedra dorada que define a Ourense, se alza un puente que resume siglos de historia y carácter. La Ponte Vella une orillas y tiempos: herencia romana, reformas medievales y esa silueta de arcos que se refleja en el agua como una postal viva.

Caminar sobre su calzada ancha, notar el desgaste de las losas y asomarse al río es entender por qué este paso fue, durante siglos, la puerta de entrada a la ciudad y un nudo clave del comercio y las peregrinaciones.

A su alrededor, el paseo fluvial, las termas urbanas y el perfil de la ciudad forman un escenario perfecto para disfrutar con calma.

Al amanecer, la luz suaviza las piedras; al atardecer, el cielo pinta colores que realzan su elegancia sobria.

La Ponte Vella no es solo un monumento: sigue siendo camino cotidiano para vecinos, ciclistas y viajeros del Camino de Santiago que cruzan buscando el casco histórico y sus plazas porticadas.

Incluye la Ponte Vella en tu recorrido y tómate un momento en el centro del arco principal, donde el viento trae el murmullo del río: allí la ciudad se presenta sin prisa, auténtica y cercana, lista para que la disfrutes a tu ritmo.

Termas de Outariz

A orillas del Miño te espera uno de esos lugares que invitan a bajar revoluciones y dedicarte un rato solo a disfrutar del agua y el paisaje. Inspiradas en la estética japonesa y perfectamente integradas en la naturaleza, las Termas de Outariz.

Estas termas combinan distintas pozas de agua termal a diferentes temperaturas, con zonas al aire libre donde relajarse mientras escuchas el sonido del río y del entorno. El ambiente es tranquilo, cuidado y pensado para vivir una experiencia de bienestar accesible y cercana a la ciudad.

Además del circuito termal, el entorno ofrece senderos para pasear, áreas verdes y conexión fácil con otras zonas de baño termal del Miño, lo que lo convierte en un plan redondo para quien busca combinar relax, paisaje y un toque diferente en su viaje por Ourense.

Al caer la tarde, la luz sobre el río y el vapor del agua crean una atmósfera muy especial. Regálate unas horas en las Termas de Outariz, siente la temperatura del agua, respira hondo y deja que el lugar haga el resto.

Descubrirás por qué las Termas de Outariz se han convertido en una de las experiencias imprescindibles para quienes quieren vivir Ourense de forma más relajada.

Jardines del Padre Feijóo

En pleno centro histórico de Ourense, junto a la piedra dorada de iglesias y palacios, aparece un rincón verde perfecto para hacer una pausa agradable: los Jardines del Padre Feijóo.

Este pequeño espacio ajardinado combina parterres cuidados, esculturas, bancos a la sombra y la silueta de edificios históricos que lo rodean, creando un ambiente acogedor y muy fácil de disfrutar durante cualquier paseo por la ciudad.

Es un lugar ideal para sentarse un momento, observar el movimiento diario y respirar un poco de calma sin alejarse del corazón urbano.

Los Jardines del Padre Feijóo ofrecen una escala íntima, con detalles que invitan a fijarse en la historia y la cultura local, desde la figura del ilustrado que les da nombre hasta los elementos arquitectónicos que enmarcan el entorno.

Su ubicación, muy próxima a algunos de los principales puntos de interés del casco antiguo, los convierte en una parada cómoda dentro de cualquier ruta.

Incluye los Jardines del Padre Feijóo en tu visita a Ourense y disfruta de este rincón cuidado, luminoso y cercano, perfecto para sentarte unos minutos, dejar pasar el tiempo y seguir descubriendo la ciudad con una sensación de descanso y bienestar.

Parque Botánico de Montealegre

Subir hasta el Parque Botánico de Montealegre es descubrir otra cara de Ourense, abierta, luminosa y llena de verde.

Desde sus senderos bien trazados, el paisaje se despliega con vistas sobre la ciudad y los valles cercanos, creando un mirador natural perfecto para disfrutar con calma.

Entre jardines temáticos, zonas arboladas y espacios de descanso, este parque ofrece un recorrido agradable tanto para familias como para quienes buscan un paseo relajado al aire libre.

El Parque Botánico de Montealegre reúne especies autóctonas y ornamentales, rutas señalizadas y rincones donde detenerse a observar, hacer fotos o simplemente respirar. Es un lugar ideal para mezclar naturaleza, educación ambiental y panorámicas sin alejarse demasiado del centro urbano.

La brisa en altura y la tranquilidad del entorno hacen que cada paseo se sienta como un pequeño paréntesis del día a día.

Acércate al Parque Botánico de Montealegre en cualquier momento, recorre sus caminos, disfruta de sus miradores y deja que el entorno marque el ritmo. Saldrás con la sensación de haber encontrado un espacio verde diferente, pensado para desconectar, aprender y contemplar Ourense desde una perspectiva privilegiada.

Monasterio de San Pedro de Rocas

Hay lugares que impresionan por su arquitectura y otros por la historia que esconden; en este caso se unen las dos cosas. En un valle silencioso, rodeado de robles y castaños, aparece el Monasterio de San Pedro de Rocas, uno de los enclaves más singulares de la provincia de Ourense.

Sus capillas excavadas en la roca, las tumbas antropomorfas y los restos de pintura mural hablan de siglos de vida monástica en contacto directo con la naturaleza. El visitante recorre pasillos irregulares, escalones tallados en piedra y miradores que se asoman al valle, con la sensación de estar entrando en un escenario casi legendario.

El sonido del viento, el eco de las campanas y la luz filtrándose entre los muros crean una atmósfera íntima, perfecta para una parada pausada y especial en plena Ribeira Sacra.

Acércate al Monasterio de San Pedro de Rocas con calma, observa cada detalle del conjunto rupestre y tómate un momento para imaginar la vida de los antiguos monjes, aislada y serena.

Al dejar atrás el Monasterio de San Pedro de Rocas, la sensación es la de haber descubierto un tesoro discreto y emocionante, perfecto para dar más profundidad histórica y paisajística a tu viaje por Ourense.

Seixalbo

A solo unos minutos del centro de Ourense, el núcleo histórico de Seixalbo conserva ese encanto rural que muchas ciudades han perdido.

Calles empedradas, casas de piedra con escudos, hórreos, fuentes y rincones en los que el tiempo parece ir más despacio crean un ambiente acogedor, perfecto para pasear con calma y descubrir detalles en cada esquina.

Su relación con el Camino de Santiago añade un punto especial, con señales, cruceiros y pequeñas sorpresas que hablan de hospitalidad y tradición.

Mientras recorres su trazado, aparecen estampas auténticas: portales floridos, chimeneas humeando en días fríos, conversaciones tranquilas entre vecinos y esa mezcla de silencio y vida diaria tan propia de las aldeas gallegas.

Desde algunos puntos, las vistas hacia el entorno natural recuerdan que la ciudad está cerca, pero aquí la sensación es distinta, más cercana a la Galicia de siempre.

Acércate a Seixalbo sin prisa, recorre sus calles con respeto y deja que el propio lugar te cuente su historia. Al regresar, será fácil recordar Seixalbo como uno de esos enclaves sencillos y genuinos que aportan calidez y autenticidad a cualquier escapada por Ourense.

Claustro de San Francisco

En la ladera que se eleva sobre el casco histórico de Ourense se abre un espacio donde la piedra habla en silencio: el Claustro de San Francisco.

Nada más cruzar su entrada aparece una galería de arcos góticos perfectamente alineados, capiteles delicados y un patio central que invita a caminar despacio, observando cómo la luz dibuja sombras sobre cada columna. Es uno de esos rincones que transmiten calma inmediata, ideal para hacer una pausa entre visitas y disfrutar de la arquitectura con tranquilidad.

La historia del antiguo convento se adivina en inscripciones, escudos, relieves y en la propia disposición del conjunto, que mezcla sobriedad franciscana y elegancia monumental.

El Claustro de San Francisco conserva ese ambiente sereno donde resulta fácil imaginar la vida monástica de otros tiempos, mientras la ciudad moderna queda enmarcada al fondo, creando un contraste muy especial para el viajero.

Antes de irte del Claustro de San Francisco, date tiempo para recorrer las cuatro pandas con calma, fijarte en los detalles de cada arco y sentir ese silencio suave que lo envuelve. Es un lugar perfecto para quienes aprecian la belleza discreta, los espacios cuidados y las historias que se cuentan sin necesidad de palabras.