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La Catedral de San Pedro de Jaca en Huesca es uno de los grandes tesoros del arte románico en España y un símbolo indiscutible de la ciudad.
Construida en el siglo XI por orden de Sancho Ramírez, fue una de las primeras catedrales románicas del país y marcó el inicio de un estilo que se expandiría por toda la península. Su ubicación, en pleno Camino de Santiago, la convirtió en un importante centro espiritual y de peregrinación durante siglos.
La fachada de la Catedral de San Pedro de Jaca sorprende por su sobriedad elegante y por el pórtico ricamente decorado con capiteles esculpidos que narran escenas bíblicas y motivos simbólicos.
En el interior, la amplitud de las naves, los arcos de medio punto y la piedra desnuda crean un ambiente sereno y majestuoso. Entre sus joyas se encuentran el claustro, de gran belleza, y la célebre “Cruz de Jaca”, uno de los símbolos del Camino de Santiago.
Más que un monumento, la Catedral de San Pedro de Jaca es un testigo vivo de la historia medieval aragonesa. Su presencia imponente, su valor artístico y su profunda huella cultural la convierten en una parada imprescindible para quienes desean comprender el alma de esta ciudad pirenaica.
La Ciudadela de Jaca en Huesca es una de las fortalezas más singulares de España y un emblema inconfundible de la ciudad. Su planta pentagonal perfectamente conservada la convierte en un ejemplo único de la arquitectura militar del siglo XVI.
Mandada construir por orden de Felipe II para reforzar la defensa de la frontera pirenaica, esta fortaleza ha sido testigo de siglos de historia, guerras y transformaciones.
Al acercarse a la Ciudadela de Jaca, destacan sus fosos profundos, sus murallas imponentes y las cinco puntas simétricas que dibujan su forma estrellada. El puente de acceso conduce al interior, donde se encuentra el Patio de Armas y varios edificios que han albergado funciones militares a lo largo de los siglos.
Hoy, además de conservar su estructura original, acoge el Museo de Miniaturas Militares, que cuenta con una colección excepcional.
Más allá de su importancia histórica, la Ciudadela de Jaca ofrece una experiencia única: pasear entre sus muros es recorrer siglos de defensa y estrategia militar en un entorno rodeado por los Pirineos. Es uno de esos lugares que combinan belleza, memoria y autenticidad, dejando una impresión imborrable en quienes la visitan.
Descubre el Monasterio de San Juan de la Peña, un refugio histórico enclavado en una roca que ha sido centro espiritual desde el siglo X.
El Monasterio de San Juan de la Peña es especialmente conocido por ser el lugar donde, según la tradición, se custodió el Santo Grial durante un tiempo.
Su arquitectura románica, con detalles escultóricos en los capiteles del claustro, es uno de sus grandes atractivos. Este claustro, con sus arcos y columnas decoradas con escenas bíblicas, es una de las joyas del románico español.
Pasea por el monasterio y siente la espiritualidad que emana de sus muros mientras te asombras con su paisaje natural único.
El Monasterio Nuevo, construido en el siglo XVII, alberga un centro de interpretación que muestra la historia de los monjes y peregrinos que encontraron aquí su hogar. Explora los senderos cercanos, donde los bosques y las vistas panorámicas completan una experiencia inigualable.
El Monasterio de San Juan de la Peña es un precioso lugar que combina historia, naturaleza y religión de forma única, haciéndote sentir parte de una tradición centenaria.
En medio del entramado histórico de Jaca se levanta la Torre del Reloj, un edificio que parece observar la ciudad desde hace siglos. Su presencia firme y elegante recuerda la importancia que tuvo este enclave en la defensa y administración local.
Construida en el siglo XV como residencia de un noble aragonés, con el tiempo se transformó en cárcel y, más tarde, en uno de los símbolos más reconocibles del casco antiguo.
Su arquitectura destaca por la sobriedad de la piedra, los ventanales perfectamente alineados y la cornisa superior que le da carácter. El reloj que hoy corona la torre fue incorporado en el siglo XIX, marcando el ritmo de la vida urbana durante generaciones. Cada detalle habla de una historia de adaptaciones, de cambios de función y de continuidad a lo largo del tiempo.
Lejos de ser una simple construcción, la Torre del Reloj es un fragmento vivo de la historia jacetana. Contemplarla invita a imaginar el bullicio de otras épocas y a entender mejor la identidad de una ciudad que ha sabido conservar su memoria sin renunciar a avanzar.
Nada más cruzar las murallas de la Ciudadela, uno se encuentra con el Museo de Miniaturas Militares de Jaca, un espacio que despierta curiosidad y asombro desde el primer instante. Se trata de un lugar singular, donde la historia se cuenta a través de miles de figuras diminutas que recrean batallas, formaciones y ejércitos de distintas épocas.
En las salas del Museo de Miniaturas Militares, más de 30.000 figuras cuidadosamente dispuestas componen escenas que abarcan desde la época napoleónica hasta conflictos más recientes. Cada diorama está diseñado con una precisión casi artesanal, logrando transmitir la magnitud de los acontecimientos a través de pequeños detalles. La iluminación, la disposición y el realismo convierten la visita en una experiencia envolvente.
Más allá de la colección, el Museo de Miniaturas Militares es una ventana abierta a la historia y a la memoria colectiva. Su forma de narrar el pasado es distinta: visual, cercana y muy expresiva. Por eso, este rincón dentro de la Ciudadela no solo sorprende, también deja una impresión duradera en quienes lo descubren.
A las afueras de la ciudad, rodeada de un entorno natural tranquilo, se encuentra la Ermita de Sarsa en Jaca, un pequeño templo románico que conserva intacto el encanto de la arquitectura rural pirenaica.
Su sencillez, lejos de restarle belleza, la convierte en un lugar con un magnetismo especial, donde la piedra, el paisaje y el silencio se unen para crear una atmósfera serena.
La Ermita de Sarsa fue construida entre los siglos XI y XII y representa uno de los mejores ejemplos del románico lombardo en la zona. Su estructura es compacta, con un ábside semicircular decorado con arquillos ciegos y lesenas, característicos de este estilo.
El campanario de espadaña y la puerta de medio punto completan un conjunto que habla de fe, de historia y de tradición. Su ubicación estratégica ofrece, además, unas vistas magníficas del entorno montañoso.
Aunque de dimensiones modestas, la Ermita de Sarsa encierra siglos de historia y espiritualidad. Es uno de esos rincones que invitan a detenerse, a contemplar con calma y a imaginar cómo fue la vida en esta tierra hace casi mil años. Un lugar discreto, pero profundamente significativo dentro del patrimonio de Jaca.
En un entorno donde la historia se respira en cada rincón, la Iglesia de San Caprasio en Jaca se alza como un valioso ejemplo del románico aragonés. Este templo, construido en el siglo XI, formó parte de los primeros núcleos religiosos de la ciudad y conserva gran parte de su estructura original, lo que lo convierte en un testimonio excepcional de la arquitectura medieval pirenaica.
La Iglesia de San Caprasio destaca por su sencillez armónica: muros de piedra bien labrada, una nave única cubierta con bóveda de cañón y un ábside semicircular con decoración lombarda, muy típica de la época. En la portada, un arco de medio punto recibe al visitante con sobriedad y elegancia, recordando la funcionalidad espiritual y defensiva de este tipo de construcciones. Su interior, íntimo y sereno, potencia la sensación de recogimiento y conexión con el pasado.
Más allá de su valor arquitectónico, la Iglesia de San Caprasio es un símbolo de la identidad jacetana. En su silencio se perciben siglos de historia, peregrinaciones y vida comunitaria. Es, sin duda, una joya discreta pero imprescindible para comprender la riqueza patrimonial de Jaca y del Camino de Santiago.
Aquí encontrarás comentarios reales de clientes sobre los hoteles donde se han alojado en sus viajes ¡inspírate!
Limpieza impecable,personal muy amable
NadA
Excelente atención del personal. Situación inmejorable.
Almohada algo incómoda. No tenía minibar.
La ubicación
Las camas eran dos individuales y juntas. El colchón muy incómodo He encontrado a faltar algún espejo ya que solamente había uno en el baño
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Como siempre bien,fuimos a esquiar y este año hay la nieve que hay hasta el momento.Pero Jaca en si,como siempre muy bien,muchas tiendas y bares donde pasar el rato.